APARIENCIAS: la imagen ¿no es nada?
“La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.”
(1º Samuel 16:7b- NVI)
(1º Samuel 16:7b- NVI)
Todos le damos importancia a nuestra apariencia. Tenemos un espejo en el baño y una de las primeras cosas que hacemos al levantarnos es mirarnos en él para tratar de sacarnos un poco esa cara de recién levantados. A todos les gusta verse bien, vestirse con determinado estilo o simplemente ser aceptados por nuestra apariencia. Lamentablemente nuestra sociedad, a través de la tv y de las publicidades trata de vendernos la idea de que tenemos que ser de tal o cual manera para ser aceptados por los demás. Lo peor de todo es que nos creemos esto y queremos por todos los medios lograr encajar en ese molde. Sin embargo, cada uno de nosotros fue hecho por Dios de una manera única y especial porque a Dios le gusta la diversidad, te ama como sos y quiere hacer algo con tu vida.
Otra cosa que ocurre al creernos la mentira que nos vende la sociedad es que terminamos juzgando al otro por su apariencia “el gordo”, “la petiza”, “el negro”, y así lo etiquetamos, lo marcamos, lo herimos así como también nos hieren a nosotros.
Tanto escuchar las mismas cosas desde niños terminamos creyendo en esa etiqueta que nos pusieron y entonces nos limitamos delante de Dios: “yo no puedo Señor, ¿no ves que soy gordo, o que soy torpe, o que soy muy bajito, o que…?” Esto pasó siempre y tenemos ejemplos en la Biblia: Moisés tenía el complejo de no saber hablar bien, Jeremías pensó que era muy jovencito para ir a hablar, y Zaqueo se creía muy bajito para llegar a Jesús. Sin embargo, vemos que Dios transformó sus vidas y los hizo valer por lo que eran, Jesús no le dijo a Zaqueo “petizo, bajate del árbol”, sino que lo llamó por su nombre, lo valoró y le dio una oportunidad.
Cristo hizo lo mismo con nosotros, y más que fijarse en cómo vas vestido a la iglesia se fija en cómo va preparado tu corazón. Cuando Dios le pidió a Samuel que ungiera al futuro rey, el profeta pensó que este cargo sería para un hombre de guerra, alto y fuerte, sin embargo Dios le dice “No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” Dios eligió a David por quien nadie daba nada ni nadie se lo hubiera imaginado como rey y que la Biblia describe como un joven “conforme al corazón de Dios”.
De esta manera, pensá que Dios te ama como sos, te valora en gran manera, y ante todo mira TU CORAZÓN. Del mismo modo, no seamos rápidos en juzgar a los demás, o en burlarnos de la apariencia de quienes nos rodean y comencemos a ver como Dios mira: con amor.
por Emi para generacionplus.com
2 comentarios:
iiiiimmmmmmmpeeeecaaable !!!! la reflexion de esta semana....totalmente de acuerdo con los pensamientos compartidos por Emi...si aun Dios no tuvo prejuicios por que nosotros si??!!!
dario pach
es verdad... qué fácil es poner etiquetas por todos lados... y a veces es tan común que todos nos prendemos sin pensarlo demasiado en esa... gracias emi por hacernos pensar en lo que realmente es importante!
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