Aunque otros

Es un hecho que todos alguna vez nos sentimos despreciados, dejados de lado, tenidos en menos o ni siquiera considerados... Y los sentimientos que surgieron de eso tal vez fueron distintos según la situación o el caso, pero ¡estoy seguro que para ninguno fue algo lindo!

Pero lo peor es cuando las personas que te lastiman son personas queridas por vos... tal vez del grupo de tus amigos, de alguien que vos estimas y aprecias por los logros que pueda tener o hasta de alguien de tu propia familia. Eso es triste.

En la Biblia está la historia de un muchachito que le pasaron un par de estas cosas. Cuando se presentó una oportunidad para los hijos de Isai... a ninguno se le ocurrió que podía ser para el más chico de la familia. El asunto era que se sabía que alguno de estos chicos iba a ser el rey de Israel, sin embargo ni se acordaron de David cuando llegó el profeta de Dios que iba a encomendar al próximo lider del pueblo de Dios.

Más adelante, en una guerra de los israelitas contra los filisteos llega David al valle donde se realizaba la batalla y cuando él se ofrece para ir a pelear contra el mejor guerrero del enemigo, esta vez es el rey de Israel el que le dice: —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.

Ahora, algo que está bueno de Dios es que piensa distinto que nosotros (menos mal!), ¡porque unos años después David se convirtió en el rey más famoso de Israel!. Nada de lo que le dijeron impedió que él llegara a ser la persona que Dios habia planeado. Creo que tiempo más tarde, tal vez recordando alguna estas situaciones escribió:

—aunque mi papá y mi mamá me dejen Dios me va a recibir en sus brazos.

Eso era lo que lo mantenía y le daba confianza para vivir: saber que aunque otros no lo tengan en cuenta y crean que no iba a poder alcanzar las metas, Dios estaba con él y le daba fuerza para seguir.

Vos podés alcanzar los objetivos, podés vivir distinto... aunque otros no te tengan en cuenta o te menosprecien Dios te está esperando con los brazos abiertos para llevarte por el camino que Él pensó y diseñó para tu vida. ¿Te vas a animar a dejarte guiar por Él?

(adaptado de la reflexión de Fefo del sábado 5 de abril)